Huacas del Sol y la Luna
Cuenta la leyenda que
durante la “era de los gentiles”, dos hermanos, habitantes del lugar,
encontraron una pequeña serpiente de dos cabezas a la que adoptaron,
llevándosela a vivir con ellos. Este animal no era una serpiente común, era un
demonio que crecía día a día, de manera exponencial, conforme se alimentaba.
Cuando la serpiente alcanzó el tamaño de un hombre, los habitantes del pueblo
obligaron a los hermanos a deshacerse de ella, pues ponía en peligro no sólo la
vida de los animales que criaban, sino la de los mismos vecinos. Muy a su
pesar, los hermanos condujeron a la serpiente hasta el mar donde, con engaños,
la abandonaron. La serpiente, al darse cuenta de que había sido abandonada,
inició el viaje de regreso a la casa de los hermanos.
En su camino, el
ofidio de dos cabezas fue comiéndose todo lo que encontraba a su paso,
incluidos hombres y animales grandes, como las llamas, ganando cada vez más y
más tamaño. Uno de los vecinos del pueblo, la vio venir a lo lejos y dio la
alarma en el pueblo. Todos sus habitantes emprendieron una huida que los llevó
hasta las faldas del cerro que ahora se conoce como cerro Blanco.
En el momento en que
la serpiente de dos cabezas llegó a ponerse a tiro para devorarlos, el cerro
Blanco se abrió y por él entraron todos los pobladores de la aldea, cerrándose
a su paso. Cuando el peligro pasó, los hombres salieron desde las entrañas de
la montaña tras lo cual esta se cerró. La línea negra que atraviesa el cerro
Blanco sería la cicatriz que quedó tras esta experiencia sobrenatural. Viendo
que este cerro era mágico y que el dios de la montaña les había ayudado a
ocultarse de la serpiente, los hombres construyeron en su honor el templo que
ahora conocemos como la Huaca de la Luna y vivieron a sus pies, fundándose la
ciudad que ahora los arqueólogos y conservadores tratan de entender,
desentrañando sus secretos para el mundo.
HUACA DEL SOL
Este edificio no se
encuentra dentro del circuito de visita actual, pero el Proyecto Arqueológico
Huacas del Sol y de la Luna ha iniciado su intervención en el año 2011. Aunque
este edificio ha sido aún poco investigado, se cree que cumplió un rol más
cívico-administrativo que religioso.
Cuando el Templo
Viejo estaba en funcionamiento, la huaca del Sol no era más que un pequeño
edificio, pero tras el abandono del viejo templo, se inició un proyecto
arquitectónico de nivel faraónico para construir el edificio monumental que aún
hoy podemos apreciar.
Esta estructura es
fácilmente observable desde la distancia por su espectacular tamaño, pues es
una de las estructuras de adobes más grande de la América prehispánica. Sus
dimensiones eran posiblemente de 345 metros de largo por 160 metros de ancho y
30 metros de altura. Lamentablemente fue fuertemente disturbada por los
buscadores de tesoros durante el siglo XVII, quedando solamente un tercio de su
estructura original.
HUACA DE LA LUNA
La huaca de la Luna
es una obra maestra del genio creativo humano. Sus 12 mil metros cuadrados de
murales polícromos son un ejemplo destacado de la tecnología constructiva de
tierra que los moches dominaron a la perfección.
No tiene referente en
el mundo en términos de diseño y complejidad de sus pinturas murales. Su
riqueza iconográfica y estética es de un valor universal excepcional que
responde a un patrón que se manejó a lo largo de siete siglos. También
constituye un testimonio excepcional de la tradición cultural moche porque en
ella se materializa el poder político a través de las ideas religiosas, donde
el templo, el espacio más sagrado en la comunión entre el hombre y sus dioses,
se asocia a la montaña sagrada, escalera al mundo de las divinidades y
divinidad misma. La huaca de la Luna es en realidad un complejo arquitectónico compuesto por dos templos sagrados con forma de pirámide trunca, denominados Templo Viejo y Templo Nuevo, construidos completamente de tierra, a donde solamente ingresaban personas privilegiadas, ya sea para rendirle culto a sus dioses o para ofrendarles su vida.
Pequeño Reportaje:
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